El dolor según Octavia de Cádiz

Entrevista por César Zevallos
Diseño de portada por la inteligencia artificial

Una noche de marzo 2023, el verano se está terminando

Me siento extraño. He conocido a Octavia de Cádiz, la abracé al despedirme. Dejó de ser una ilusión, algo irreal. Detrás de su atuendo negro y lentes de sol, la busco cuidadosamente. Detrás de su silencio.

No tengo miedo a mostrarme débil, quiero comprobar si su música es una confesión de amor susurrada al oído, como lo imagino desde hace diez años, cuando publicó Te voy a matar. Una confesión en busca de cómplices. Para detener el tiempo, examinar el dolor. No, ella prefiere estar sola. Está cómoda en el anonimato, evita cantar en un escenario, solo quiere hacerlo en su habitación. Pero no importa lo que haga para esconderse, todos buscamos un rostro donde ofrendar los sentimientos. Solo así se sienten reales.

Sí, me siento extraño. Alguien que nunca creía ver, me espera en uno de los bosques más queridos de Lima, incluso perdona mi tardanza. Lo demás es la entrevista, esta es la primera parte. 

—Conocí tu música cuando publicaste Te voy a matar. Recuerdo que escribí al correo que dejaste en el Bandcamp.

—¿En serio? ¿Qué escribiste?

—No lo recuerdo. Supongo que te agradecí por la música que llegó a mí en ese momento. Me empezaba a concentrar en la música de manera más seria, más profunda. Habré visto tu música en alguna página.  

—¿Te respondí? 

—Creo que sí, después de algunos meses.

—Me da curiosidad—, empieza a buscar el rastro en su celular. 

—¿Cuántas personas te escribían?

—No me escribían al mail, sino al Facebook… Me ha dado mucha curiosidad—. Después de observar un rato el celular, me descubre—¿César Zevallos?

—Así es… Qué loco, tienes ahí lo que te he escrito. 

—No puedo ver lo que me has escrito, puedo ver lo que yo te he respondido… Fue el 2014.

—¿Verano 2014?

—Sí.

—Durante ese año conocí tu música. Después te perdí el rastro, pero continuaste publicando EP’s. ¿Cómo ves ese camino durante estos años?

—Al inicio, no pensé que Octavia iba a durar tanto. Para mí es un proyecto que va a vivir conmigo hasta que sea viejita. Me imagino haciendo música hasta los 60, 70 años, siempre como Octavia. Recién caí en cuenta de que en diciembre, mi primer EP cumple diez años. No sé qué tanta información puedo decir de mí, pero me sorprende haberme quedado tanto tiempo. Sí, ha habido momentos en los que prefería abandonar Octavia por completo, pero amigos y amigas me decían que no, que debía continuar. Tú has escuchado mi música, no es muy compleja a nivel técnico, en realidad toco de manera muy simple. Sí quisiera armar otro proyecto, pero me quedo corta, siempre regreso a mis tres notas y a mis letras que a veces no tienen mucho sentido. Al final, es donde me siento más cómoda, siento que puedo revelar cosas muy mías, muy profundas. Antes de Octavia, pensaba que era la única persona en el mundo que pasaba por esas cosas, hasta que he conocido gente que se ha enterado que soy yo; recuerdo que me pasó en el concierto de Yo La Tengo, una chica se me acercó y me dijo tú eres Octavia de Cádiz…esa canción, la letra es como que soy yo…. 

—¿Cómo te reconoció?

—Era amiga de una amiga. Y esta amiga, sabía que era yo. Entonces le contó y se me acercó.

—¿Te ha pasado algo similar?

—Dos de mis mejores amigos, lo son porque les gustaba mucho Octavia de Cádiz. Creo que fue con el afán de hacerme una entrevista. Nos conocimos y nos llevamos súper bien. Fue hace casi diez años. 

—¿Sientes que has pasado varias vallas a lo largo de esos años para que Octavia siga escalando?

—Sí, pero tengo un tope. No voy a escalar a niveles de otras… ah, odio el término “cantautoras”, de otras músicas. Sé que lo mío se va a quedar ahí, no va a evolucionar. Tampoco quiero, tampoco sé. No tengo ese súper talento de crear música muy compleja, y estoy tranquila con eso. Siento que en otras áreas, en mi carrera, sí puedo escalar, lograr cosas que sé que con Octavia no voy a poder. Otra de las vallas es el hecho de tocar en vivo, sé que nunca va a pasar.

—Eso es algo distintivo de tu proyecto: el anonimato, ese conflicto entre lo privado (tú) y lo público (que es hacia donde llega tu música). Me ponía a pensar en las razones que empujan a alguien al anonimato, en cualquier aspecto. Me genera dudas, porque sé que siempre hay una cuestión de ego, de cualquier persona, de los artistas también, ¿cómo decides tomar una navaja y separar por completo esas dos facetas tuyas?

—En un inicio, sí tenía la intención de tocar en vivo. Antes tenía una banda, éramos cinco personas. En el concierto no era yo solita, sino más, me sentía acompañada. No solo eran letras mías, sino del guitarrista y otras personas. Pensé que con el tiempo iba a poder sentarme en un escenario y tocar en vivo mis canciones. Pero soy muy tímida. Tengo una ansiedad social que por momentos es muy pendeja. No puedo siquiera tocar en mi casa… bueno, frente a mis hermanos sí, pero me ha costado años. Frente a amigos no puedo. Es una cosa muy extraña, me siento muy incómoda. Cuando he pensado en la idea de pararme en un escenario, siento que me dará un ataque de pánico y me voy a morir ahí, que va a ser mi primer y último concierto. Sí, a veces he fantaseado con la idea de hacerlo, pero pasaban los años y no podía superar esta ansiedad. Al final me gustó la idea de que Octavia sea un proyecto misterioso, secreto. Abracé esa idea y me quedé con eso.

—Es parte de tu manera de sentir. ¿Recuerdas en qué momento te diste cuenta de que sentías de esa forma? El sentir pánico a la exposición pública…

—Desde siempre la tuve, quizá se remarcó con algunos eventos personales. Por épocas he tenido crisis muy feas; cuando digo ocho meses que no salgo de mi habitación en “Lima no me quiere”, de verdad me dio una ansiedad social muy fuerte, tuve agorafobia, no podía salir de casa. (…) Antes mencionaste lo del ego. Para algunos artistas es muy importante. Creo que yo tengo mucho ego, pero hacia adentro. Cuando tengo ansiedad social… por ejemplo si alguien me ve por casualidad en la calle, pienso que tengo algo, que todas las miradas están en mí. Eso viene del ego, pero no sé cómo calificarlo… distorsionado, hacia adentro, interno. 

—Qué será.

—Es rarísimo.

—¿Cómo te relacionas con la ciudad, con las personas? ¿Cómo ves la experiencia de otras personas con el dolor?

—¿Puedes explayarte más?

—Pensaba en tu propia experiencia con el dolor. (…) Noto que en tus canciones marcas una distancia con la ciudad, un temor al relacionamiento social. ¿Crees que eso dificulta la forma en cómo te acercas a las personas? ¿Te dificulta ver el dolor en otras personas?

—Creo ser bastante empática. En los años de vivir en ansiedad y depresión, que para mí es vivirlas de una manera muy específica, he conocido a personas y amigues que están pasando por procesos similares pero que pueden salir a la calle, conversar. En un inicio no lo entendía, les decía que no estaban deprimidas porque no tenían lo que tengo yo. Obviamente con el tiempo me di cuenta que cada uno lo vive de maneras distintas. Creo que todo el mundo tiene sus propias cosas terribles pasando por su cabeza. Me ha hecho pensar en los demás, en ser menos mierda.

—Por ejemplo conmigo.

—Sí—Reímos.— Estaba hablando con uno de mis mejores amigos. Le dije que vendrías 6 y 40, y le pregunté qué hacer. Me respondió vete, vete, está mal, le dije que no, que tal vez viene de un lugar muy lejano y pensará mal. Parte de mi ansiedad es pensar lo que la gente va a pensar de mí. Si me iba, quedaría muy mal contigo, a mí me preocupa mucho no quedar mal con la gente.

—Ha sido un proceso en que has tomado esa postura.

—Sí… Algo que aprendí en terapia es que está bien ser empático con los demás, pero hay que saber marcar los límites. A veces me pasa que, por ser muy empática con alguien más, me olvido de mí misma.

—Me sorprendió que me esperaras (…) En Te voy a matar, están las canciones “La del jardín” y “Fundamental”, ambas tienen la intención de establecer un diálogo con las personas, por las letras. Ese fue el anzuelo que me llevó hacia ti: la lentitud que se está perdiendo en el día a día con las personas. Conocer gente a veces se torna competitivo, el hecho de cumplir con ciertas expectativas, mostrarte de una forma. ¿Ese espacio de tranquilidad lo has podido encontrar en estos años? Eso que enuncias en tus canciones.

—Al inicio de Octavia era más mi desesperación por encontrar gente con la que me pueda identificar, encontrar a mi grupo, mi manchita, gente con la que pueda conversar, tener cosas en común. Aunque en “La del jardín” en realidad hablo de mi abuelita, en “Último domingo” también hablo sobre ella… Claro, era la desesperación de tener gente con la cual pueda conectar, ahora siento que al fin las encontré, siento cierta tranquilidad. Muchos de mis amigos también tienen problemas de ansiedad y depresión. No me siento tan juzgada. En el colegio y los primeros años de universidad no me encontraba en absoluto. Ahora ya me siento parte de algo, de un grupo, me sostiene y yo también lo sostengo.

—¿Tu primer EP lo lanzaste cuando estabas en la universidad?

—Estaba en la universidad. Terminé el 2014. 

—Lo último que publicaste, Y si me duele, lo incluimos dentro de un contenido especial de reseñas.

—Gracias, me sorprendió mucho.

—Tenía la idea de enunciar algo que pueda pensar acerca de tu música. Por cierto, desde el 2018 no publicabas música. Desde entonces hasta Y si me duele pasaron algunos años, ¿qué pasó, qué hubo en ese tránsito?

—Estuve concentrada en lo que hago fuera de Octavia. También es algo bastante creativo, me quita mucho tiempo. Tiene un elemento muy personal y autobiográfico, relacionado a la ansiedad y depresión. Supongo que encontré una salida en no solo hablar de estos temas a través de la música, sino de otras formas (…) 

—Octavia de Cádiz es un concepto. Eres tú, pero a la vez no eres tú.

—Sí soy— reímos— Siento que soy yo por todos lados. (…) No es que esté triste todo el tiempo.

—Es como lo que piensan de César Vallejo, lo imaginan triste y cabizbajo.

—Sí, la gente siempre piensa eso de mí.

—¿En qué medida tu experiencia personal alimenta tu expresión artística?

—Qué densa tu pregunta. Sabes qué… quiero disculparme porque esta es mi segunda entrevista en la vida, no tengo tanta experiencia. De repente mis respuestas no tienen mucho sentido. ¿Qué me habías preguntado?

—¿En qué medida tu experiencia personal alimenta tu expresión artística? ¿En qué dosis tomas todo esto que has vivido y lo conviertes en arte?

—Yo creo que absolutamente todo. Cuando empecé a sacar canciones como Octavia, una de las razones por las que quería que el proyecto fuera secreto, es porque me daba vergüenza. Soy una persona muy reservada. Aunque ahora es distinto, porque tengo un grupo de soporte que me entiende. En esa época no lo tenía, entonces todo lo que sentía y pensaba las escribía y lanzaba como Octavia. Me daba demasiada vergüenza que alguien escuche esto y que se sorprendan por lo mal que me sentía. Ese era mi mayor terror. (…) Una vez que mis canciones empezaban a salir, me escribían personas que también se sentían así… Todos se sentían identificados. Pensé que no estaba tan mal, o al menos que todos estamos igual de mal. Para mí es muy importante hacer las cosas desde un lado muy honesto, por más palta que te genere… No sé, hay un par de canciones en mi último EP que me dan roche porque no quiero que se enteren de ciertas cosas. Es un tema del ego, asumir que todo el mundo está analizando mis letras. O probablemente no.

—En todo caso estás dejando la puerta entreabierta.

—No lo sé.

Continuará…

Segunda parte de la entrevista

2 comentarios en “El dolor según Octavia de Cádiz

Deja un comentario