¿Estamos viviendo un simulacro?

Crónica por Robert Villena y Ricardo Barreto a.k.a. Lof Less

Roger Waters llegó a Lima con su gira “This Is Not a Drill” (Esto no es un simulacro), el cual retumbó el Estadio Nacional con canciones propias del exmiembro de Pink Floyd y tracks de álbumes como Wish You Were Here, Dark Side Of The Moon, Animals y, por supuesto, The Wall. Precisamente este último álbum cumplió su cuadragésimo cuarto aniversario de haber sido lanzado en el Reino Unido el pasado 30 de noviembre. Un día antes, desde Espacio Sonido y junto a un conocedor grupo de oyentes de Pink Floyd, formamos parte de ese viaje que ofreció Waters en su tercera visita al país. Aquí hacemos un repaso de la experiencia ofrecida en su proclamada gira de despedida.

La espera por una tercera chance

Tuvo que pasar más de 10 días para que, después de anunciar a países como Chile, Argentina y Uruguay, finalmente pudiera confirmarse durante mayo de este año, una fecha en Lima, Perú. La locación establecida en esta tercera oportunidad fue el coloso José Díaz. De acuerdo con Jorge Nieto, director general de Kandavu ―productora encargada de traerlos―, este fue un pedido técnico del propio Roger, quien solicitó un escenario 25% más grande que su anterior presentación en el Estadio Monumental (1) Estas y otras gestiones tomaron alrededor de siete meses. 

Con la confirmación de la fecha, cientos de seguidores peruanos, incluyéndonos, cancelamos las evaluaciones de ir a visitarlos en algún país aledaño. Si bien es cierto, para el 2023, la idea de que Water visite el país era posible, esto no siempre fue así. Para el 2007, el cliché de una presentación en Lima solo sería posible “cuando los chanchos vuelen”. Esto en un contexto en el que bandas como los Rolling Stones, U2 o New Order habían pisado suelo sudamericano, pero decidieron no acordar con Perú. 

“Sucede que hablar de milagro en el caso de esta visita no es exagerado. La visita de Waters a Perú será única si consideramos lo que nos han hecho creer desde siempre: que somos un país negado para los grandes espectáculos del rock”, señalaba ‘Somos’ días previos a su presentación aquel 12 de marzo del 2007. 

Divinidad y esplendor 

La despedida de Roger Waters requería de elementos físicos en sus presentaciones que transmitieran majestuosidad en cada una de las más de 20 canciones de su gira. En Estados Unidos y Europa, así como en México, “This Is Not a Drill” contó con una gran pantalla en forma de cruz de 650 metros cuadrados. Si bien la calidad en el espectáculo no cambió, esto no ocurrió en Lima ni en otras ciudades de Latinoamérica, debido a que el show fue realizado en estadio abierto. 

No obstante, para Waters es importante contar con estos elementos que realcen las emociones de los asistentes. “Siempre realizo grandes shows en arenas y estadios. Acabamos de hacer 64 fechas en EE. UU. todas en lugares cerrados. En estos lugares la puesta en escena es diferente a todo lo que hayan visto. Al aire libre sería un poco diferente. Porque adentro colgamos todo a lo largo de la arena y al aire libre no puedes colgar nada. La gente no estará decepcionada si de verdad les interesa el espectáculo y yo estoy interesado en el espectáculo, por eso lo hago apropiadamente”, comentaba en una entrevista durante su última visita a Perú en el 2018 (2).

Así, en Lima se contó con 4 grandes pantallas que sirvieron para presentar narraciones e ideas mediante las que Roger se comunicaba con su público durante el concierto. Entre ellas, breves párrafos sobre pasajes de su historia con Syd Barrett cuando eran jóvenes. Además de narrar los principales casos de abusos de autoridad y crímenes bélicos contra civiles, periodistas y activistas sociales. No recordamos algún show donde el artista se comunique con subtítulos a través de la pantalla, que narre lo que sucederá, en sí, el concepto del concierto. Esto generó la sensación de que estábamos conversando con “el viejo Roger”, sus anécdotas y puntos de vista de la realidad. 

Un punto por reconsiderar para próximos eventos es la colocación de zonas con sillas. Durante las primeras canciones de la noche del 29 de noviembre, los asistentes al concierto estuvieron en duda entre mantenerse de pie y sentarse. No faltaron aquellos que se emocionaban y necesitaban saltar, y los que, por el contrario, exigían que no les taparan la vista. En lo sucesivo, el público se levantaba de sus asientos, y cada vez menos era la queja de los que querían presenciar sentados un concierto de rock.

No hay Roger Waters sin mensajes 

Parte de la experiencia de la presentación en esta gira es la muestra de una clarísima posición política antiguerra. Esto se expresó en diferentes momentos en las cuatro grandes pantallas con las que contó el evento, así como en los discursos de Waters. Desde lo internacional, se mencionó a personajes como los expresidentes de Estados Unidos: George Bush, Barack Obama, Donald Trump y hasta el actual mandatario Joe Biden, quienes fueron tildados como “Criminales de Guerra” mientras “The Bravery of Being Out of Range”, sexta canción del show, seguía su curso. 

Minutos antes, en “The Powers That Be”, además de los casos más controversiales de fuerzas “del orden” asesinando civiles y activistas políticos como Anna Frank, Sophie Scholl, Stanislav Tomáš o más contemporáneos como George Floyd, se mencionó al nombre de Jhonatan Erik Enciso Arias, uno de los fallecidos a causa de la exagerada represión policial en Andahuaylas. “Ser indigena” como causa de muerte, es el rótulo que acompañó al nombre de uno de los más de 60 asesinados durante el actual régimen autoritario de Dina Boluarte.

“Run Like Hell” termina con unas grabaciones de dos francotiradores ubicados en un helicóptero estadounidense durante una de las tantas batallas en Bagdad, quienes solicitan autorización para disparar. Este ataque tuvo como resultado la muerte de siete civiles y de Namir Noor-Eldeen y Saeed Chmagh, dos periodistas de Reuters, cuando sus cámaras fueron aparentemente confundidas con armas. Estos materiales fueron recuperados por el programador, periodista y activista Julian Assange, quien actualmente se encuentra en prisión por haberlos obtenido en primer lugar y publicarlos en su web Wikileaks. Roger Waters se ha pronunciado (3) a favor de las acciones de Assange, e incluso ha participado en manifestaciones en pro de su liberación (4). 

Si bien no ocurrió en Perú, durante su gira además ocurrieron algunos traspiés con el alojamiento de Roger en Argentina y Uruguay, donde rechazaron las solicitudes de reserva en los hoteles, cuyos dueños lo acusaron de antisemitismo por sus fuertes pronunciamientos respecto a los ataques de Israel a Palestina. “Quiero resaltar que la diferencia entre las personas que no me dejan hospedarme y el resto de este lobby (…) es que yo creo en los derechos humanos universales (…) los de todos mis hermanos y hermanas alrededor del mundo sin importar su etnia, religión o nacionalidad. Y eso incluye obviamente a mis hermanos en Palestina”, dijo en su presentación el 22 de noviembre. 

La experiencia y el minuto a minuto

Para algunos de nosotros, este era el tercer concierto de Roger y quizá también el último. Teníamos en claro cuál sería el setlist, desde que inició el “This Is Not a Drill Tour” en el 2022, pues la gira no ha tenido grandes variaciones en la lista de temas a tocar. No obstante, en algunas de sus fechas ha incluido canciones propias como “The Pros and Cons of Hitch Hiking”, “Amused to Death” (5) o “Is This the Life We Really Want?” (esta última sí fue incluída en Perú y Latinoamérica).

El show comenzó, por supuesto, con la ya conocida advertencia sobre la posición política del músico: «Si eres de los que dicen ‘amo Pink Floyd, pero no soporto la política de Roger‘ harías bien en irte a la mierda». Poco después comenzó a apreciarse la más reciente versión de “Comfortably Numb”, cuyos primeros segundos nos recibieron con sonidos de truenos. En los visuales de este tema destacaban las tonalidades azules claras, mostrando un mundo distópico, ciudades en ruinas, sombras de seres humanos que nos hizo figurar estar dentro de una película. 

Esta versión de una de las canciones ícono de The Wall fue lanzada durante noviembre del 2022, y replantea casi todos los elementos del track original, entre ellas las partes interpretadas por David Gilmour, así como el mítico solo del guitarrista. Además, el espíritu de la canción tiene un tono más oscuro, según el propio Waters. “Lo puse un paso más abajo, en La menor, para hacerlo más oscuro y lo arreglé sin solos. Excepto sobre la secuencia de acordes del final, donde hay un solo vocal femenino desgarradoramente hermoso de Shanay Johnson, una de nuestras nuevas cantantes”, señaló en uno de sus pronunciamientos luego de la pandemia. 

Posterior al espectáculo de fuegos artificiales que trajo consigo “The Happiest Days of Our Lives”, “Another Brick In The Wall” (partes 2 y 3) pintó de rojo todo el Estadio Nacional, mientras un Roger eufórico cantaba y señalaba al público, indicando que “solo somos unos ladrillos en la pared”. Todo este discurso se sigue manifestando además en las siguientes canciones: “The Powers That Be” perteneciente al Radio K.A.O.S., mientras imágenes de crueles casos de abusos policial son presentadas acompañadas del groove de la canción mediante las líneas potentes del bajo; “The Bravery of Being Out of Range”, que inicia con el discurso de despedida de Ronald Reagan, expresidente de EE.UU. a quien Roger acusa también de ser un criminal de guerra por el genocidio del pueblo maya de Guatemala cuando fue mandatario (6), y cierra este bloque con “The Bar”. 

Para el siguiente segmento, Roger menciona que tocará unas viejas canciones “cuando estaba en una banda”. Explota “Have a Cigar”, que tocaba por primera vez en Lima, y que pese a conocer a detalle el el setlist, no pudimos identificarla a precisión. Es que, para el tour, hubo un cambio de tonalidad, llevándolo a sonar más grave. Sin embargo, para el segundo 15, el sintetizador ingresa justo al tiempo que en pantalla aparece Waters reventando el gong en el mítico registro de Pompeya. 

“Wish You Were Here” es recibida por suspiros, risas, lágrimas, gratitud, gente grabando, bebiendo, tomando fotos y conectándose a videollamadas. Fue realmente un momento especial para muchos, un deseo hecho realidad. Mediante las pantallas, Waters nos cuenta escenas de su historia con Syd Barrett, apoyado en imágenes y videos de la época que rememoran su amistad. En el outro de la canción menciona un pasaje donde Syd “se fue para no volver”. Sentencia con un aforismo: “cuando pierdes a alguien que amas, sirve para hacerte recordar que esto no es un simulacro”. En ese momento la sustancia y el concepto de la gira fue revelado. ¿Un llamado tal vez a no vivir enajenados? “This is not a drill, this is reality”.

Sucede de forma mágica y sublime “Shine on you crazy diamond” (partes V-IX). No hemos sido testigos, sin temor a la exageración, de otra performance tan excelentemente ejecutada. Durante los casi 10 minutos en los que se expresó esta canción, probablemente más de uno fue desplazado hacia el espacio o alguna dimensión inexplorada. Jon Carin (que acompaña a Waters hace más de 20 años y que también ha trabajado con Gilmour/Pink Floyd en sus giras) fue el acompañante en la slide guitar, ejecutando el solo que parece nunca terminar de subir, que lisérgicamente hasta ese momento el concierto llega a su punto más alto, convirtiéndose en una experiencia mística con imágenes surreales en rojos incandescentes y texturas líquidas. La canción concluye con la aparición del saxo con un solo sacado de una fábula, donde los mitos se vuelven realidad, cerrando todo este espacio en una escala siniestra y enigmática, mientras que los ojos inmensos de Barrett aparecen en las pantallas.

El único tema del Animals esa noche fue “Sheep” y la pudimos identificar por los balidos que Waters emitía antes de iniciar. A la par, los subtítulos en la pantalla hicieron referencia a Aldous Huxley y, principalmente, a George Orwell y su Rebelión en la granja, novela en la que la banda, y especialmente Roger, basó la mayor parte de la composición del álbum. Estalla la canción con el músico abriendo los brazos, proclamando: “Hopelessly passing your time in the grassland away (…)”. Para ese momento, el hombre de 80 años y 3 meses, sabe que tiene que darlo todo en esa canción. Por el lado derecho del escenario aparece el tradicional inflable con forma de oveja gigante sobrevolando, las cámaras apuntan hacia el globo mientras algunos lo aprecian maravillados y otros aún se encuentran en un trance inexplicable. 

“In The Flesh” y “Run Like Hell” continúan luego de un breve receso del evento. En esta primera canción, sorpresivamente revientan los fuegos artificiales en cada riff que inicia el compás, mientras Roger aparece esta vez sentado en una silla de ruedas. La segunda canción inicia con la aparición de “Algie”, el cerdo inflable del Animals y va acompañada de proyecciones con altos niveles de violencia sobre bombardeos y destrucción de ciudades, productos de guerras en el oriente del planeta. El ruido, para este momento, resultó tan o más fuerte que la propia canción, por lo que logra desconectarnos de la música por un momento. “Lo lograste, Roger”, pensamos.

El sonido de la caja registradora anuncia el inicio del bloque de The Dark Side of The Moon con “Money” y la pulcritud de los músicos se refleja en cada sonido del fonograma de 1973 en todo el estadio. La voz principal la realiza Jonathan Wilson, que por su apariencia nos rememora a un Gilmour joven con el cabello largo. Algunos cerdos de traje bailan con billetes en las pantallas tornadas de verde. El solo principal fue realizado por ambos guitarristas al unísono, hacen de esta experiencia algo apoteósico, resalta la presencia de Dave Kilminster, quien en sus presentaciones utiliza una fender telecaster, a diferencia de Gilmour, quien utiliza una fender stratocaster. El uso de esta guitarra logra que el sonido Kilminster otorgue un tono personal a la interpretación. Es el turno para “Us And Them”, que inicia con una conexión con la canción anterior, tal cual ocurre en el álbum. Entran los teclados y luego cae el bajo con el arpegio, los golpes de estas frecuencias activan nuestros latidos, bajando también las revoluciones, para entrar en un trance, un mantra que repite el título de la canción: us and them

En seguida inicia “Any Colour You Like”, el resultado es una clase maestra de rock psicodélico. Podría considerarlo como el momento lisérgico más alto de la noche. Resalta de nuevo el gran Jon Carin para deleitarnos con los sintetizadores, gran trabajo que nos dejó Richard Wright. Los pedales de efectos como el phaser y delay se unen a las guitarras que recorrieron y acariciaron onduladamente nuestros cerebros, en un solo donde Kilminster se luce una vez más. A la par las pantallas nos muestran imágenes de diferentes manifestaciones artísticas, donde el ser humano se expresa mediante danzas que reflejan la multiplicidad de culturas. “Brain Damage” anuncia el cierre del bloque, se registran suspiros de calma y también de la sensación de que el epílogo del concierto está cada vez más cerca. 

De pronto, tres triángulos gigantes formados por un láser blanco aparecen en el escenario. Waters recita cálidamente los versos finales: “All that you touch, All that you see…”, que fueron la llegada del último clímax de la noche. Repite los versos en un reprise, y en ese instante se apagan las luces generales y explotan los colores por medio de láseres gigantes, iluminando todo el estadio, terminando en un arcoiris que se apreciaba mucho más desde las tribunas. Así culmina “Eclipse”, con los acordes finales: “but the sun is eclipse by the moon”, y resplandece una wifala gigante, todos aplauden y las cámaras reflejan nuestros rostros, la magia y la verdad fueron posibles en ese momento.

Se encienden las luces nuevamente, Roger grita “thank you” a todo pulmón extendiendo los brazos como si abrazara a todo el estadio. Agradece a todo el equipo técnico que hizo posible la construcción de tan magnífico escenario, el sonido y toda la maquinaria que pudimos espectar. Tocará un par de temas más, uno de ellos será del último álbum que hizo con Pink Floyd, The Final Cut. Antes de iniciar la canción pronuncia un discurso respecto a la masacre en Gaza y señala que la igualdad de derechos humanos es la única manera de poner fin a la guerra. Inician los acordes de “Two Suns In The Sunset” y las revoluciones bajan en el estadio, se presencia un aura de calma y la despedida acaece sobre todos nosotros. “The Bar pt. 2”, debe seguir su curso, pero antes de ello llama a todos los músicos hacia adelante, cada uno con un vaso en las manos con la intención de realizar un brindis con todo el público, extienden los brazos y salud. Roger luego se acerca al piano, algunos toman un trago adicional antes de colocarse en sus posiciones y el epílogo de la noche aparece.

Adiós, Roger

“This Is Not A Drill” será recordado por la calidad del espectáculo brindado por Jonathan Wilson y Dave Kilminster, quienes estuvieron en las guitarras, Jon Carin en los teclados y Gus Seyffert en el bajo. Shanay Johnson y Amanda Belair, en los coros, Robert Walter en los teclados, Joey Waronker en la batería, Seamus Blake en el saxofón y por supuesto Roger Waters. Todos ellos cierran la noche ejecutando “Outside The Wall”. 

Los aplausos suceden, el público agradece eufórico, se escuchan sollozos mientras se asimila la despedida, pero también de liberación por haber experimentado una catarsis de más de dos horas. Roger se dirige a cada lado del escenario para extender los brazos y despedirse, mientras deslumbra jovialidad en su caminar, toda la banda termina dirigiéndose hacia el lado derecho y van saliendo uno a uno, pero en las pantallas vemos lo que transmiten cámaras internas, el camino hacia el backstage donde los vemos por última vez. 

Probablemente esta sea la última vez que podremos tener a Roger Waters brindando un show en el Perú y podamos apreciar todo el talento de un miembro de una de las bandas que han marcado historia. El tour por Latinoamérica terminó el pasado 09 de diciembre en Quito, Ecuador, y durante todo su paso por la región, levantó polémica por sus posiciones políticas respecto a temas sociales ocurridos en cada país y también por uno de los conflictos más destructivos en la historia universal, el de Israel-Palestina. Estemos de acuerdo o no, Waters nos recuerda la importancia de la responsabilidad de la influencia que tiene un artista al pronunciarse sobre eventos que puedan afectar a una sociedad y, sobre todo, si involucra la violación de derechos humanos. Mismos hechos que ocurren actualmente alrededor del mundo (y en nuestro propio país), que nos invitan a salir de la caja y a escapar de los dispositivos que nos atrapan para poder darnos cuenta de que esta es la realidad y no un simulacro. “Shine on” a donde vayas, Roger. 

Fuentes:

  1. https://gestion.pe/economia/empresas/kandavu-como-traer-a-roger-waters-y-adquirir-la-franquicia-de-vivo-x-el-rock-conciertos-entradas-preventa-noticia/#google_vignette 
  2. https://web.facebook.com/watch/?v=1889038007797458 
  3. https://www.youtube.com/watch?v=jT2ZuCkS9I0 
  4. https://sputniknews.lat/20221211/roger-waters-exige-la-liberacion-de-julian-assange-en-una-protesta-en-nueva-york-1133422708.html 
  5. https://relix.com/news/detail/roger-waters-debuts-the-bar-at-this-is-not-a-drill-tour-kick-off-in-pittsburgh/ 
  6. https://www.rock-progresivo.com/pink-floyd-roger-waters-video-the-bravery-of-being-out-of-range/2021/04/

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