Leche Plus

Entrevista por César Zevallos

Jonathan Siveroni prefiere mantenerse con el perfil bajo dentro del circuito de música nacional. Curiosamente, no empezamos hablando de música, sino de libros; viene de una feria donde consiguió algo del poeta peruano José María Eguren. En un bar vacío del Centro, admite que el sistema lo está consumiendo. Como a todos, pienso. Dice que está alejándose de la música, pero no le creo. Nadie puede privarse voluntariamente de ella, más aún cuando eres la mente detrás de un proyecto como Leche Plus, rock espacial/psicodélico que gestó en el verano del 2009, cuando vivía en el picante distrito del Rímac.

Siveroni sostiene que su propuesta tuvo poca acogida y eso detonó la desintegración prematura, como sucede con los proyectos visionarios que se atreven a cavar pequeños hoyos para que el distraído disfrute cayendo. En este caso, un hoyo hacia arriba, hacia una nebulosa de erotismo abrasador. El Círculo Se Cierra tiene una vibra similar a Bocanada de Gustavo Cerati, pero se trata de una producción lo fi, sin los lujos ni las muchas mentes que el argentino tenía a su disposición, y aún así con un espíritu más atrevido, sucio, callejero y raspante.

Al final de la entrevista, continuamos las chelas y encendemos la ilusión en la noche infinita del Centro. Antes de salir del bar, esto es lo que contó Siveroni, disconforme y sentencioso con la realidad, sobre Leche Plus, la música, el arte y sus enemigos.

—Leche Plus es un proyecto de rock espacial del 2009, cuéntame cómo se formaron

Me junté con dos personas más: José Carlos Rayo, el vocalista, y Rafael Díaz, quien hacía la segunda guitarra y fue productor de los primeros demos, también tocaba el bajo en las tocadas en vivo. Rafael tiene un proyecto post rock llamado Salomón Jedi. En ese tiempo no teníamos los equipos para hacer una grabación, ahora es más accesible adquirir tecnología para hacer un home studio. 

—De cuándo son las primeras grabaciones de Leche Plus

Las ideas las tuvimos en 2005 o 2006, pero no en grabaciones. En ese tiempo yo tenía guitarra, un teclado básico al que le metíamos pedales (reverb y delay), procesamos el sonido del teclado. Cuando se plasmaba la idea o comenzaba a surgir la estructura de los temas, hay una rotación de los instrumentos, por un momento yo improvisaba con la guitarra, después Rafael o José Carlos captaban la idea y la complementaban. No había una persona que tocara un solo instrumento. 

—¿En El Círculo Se Cierra siguieron esa forma de composición?

No. José Carlos grabó las voces y las baterías con un programa llamado Riso. Yo grabé teclados, guitarras y efectos, prácticamente hice todo. José Carlos lo mezcló, la verdad es que no teníamos conocimientos de mezcla, remasterización.

—Aquello que actualmente suelen tener las bandas en su producción

Claro, ya tienen acceso directo a un home studio, tarjetas de sonido más profesionales, buenos parlantes, tienen la facilidad de sonar mejor.

—Ese atributo lo fi se oye en el disco. Por ejemplo, en “Mary Anne” se escucha bien baja la voz

Es que tuvo un problema de mezcla. Con ese disco aprendimos a grabar y ecualizar, de acuerdo a los referentes musicales que escuchábamos como The Stone Roses, Can, The Velvet Underground, Sonic Youth, Silver Apples, Suicide. Queríamos tener una personalidad musical. Nosotros teníamos casi los mismos gustos musicales.

—Ustedes son del Rímac

Sí. José Carlos no vivía por mi casa, pero tenía una enamorada cerca y siempre lo veía tocando guitarra en un parque. Pasaba por ahí, pero no nos hablábamos, hasta que una vez los vi tomando y me quedé parado un momento. En ese momento, José Carlos me invitó a acercarme y empezamos a conocernos. 

—Wilder Gonzáles me comentó que eras parte de una movida neopsicodélica del Rímac

Así es. En ese tiempo había grupos pop. Éramos pocos los que nos gustaba esa envoltura hipnótica de la música psicodélica. Conocimos a Hipnoascensión, también a Wilder, él me empapa de la música, me muestra nuevos grupos y con esa ayuda me metí más en ese mundo. 

—Estoy seguro que uno de esos grupos que te influenciaron bastante fue Primal Scream

Claro, en especial su álbum Vanishing Point, me encantó desde la primera vez que lo escuché. 

—Me hablas de inicios de los 2000

En 1999 y 2000 empezamos a formar el grupo, teníamos gente rotando porque en las tocadas en vivo, que no eran muchas, pasábamos la voz a amigos para que tocaran. Los que siempre ensayábamos éramos José Carlos, Rafael y yo. En casa de Rafael grabamos las primeras pruebas en vivo.

—En ese tiempo lo que más sonaba en las emisoras radiales o la televisión era la tecnocumbia o la salsa, que siempre ha pegado, ¿cómo se relacionaban con expresiones musicales populares?

Con indiferencia. Hasta ahora escucho música así porque debo transportarme en los buses públicos. Me tengo que soplar todo eso, es inevitable. En ese tiempo cada uno de nosotros estaba explorando no solo en la música, sino en la literatura, el cine. Siempre hemos compartido libros y películas, atentos a las movidas de Centro Cultural España o Fundación Telefónica.

—Fundación Telefónica ya desapareció…

Sí, ahí estuvo Simeon Coxe de Silver Apples. 

—Acid Mothers Temple también

Claro, había música que te podía enriquecer. 

—Fundación Telefónica fue muy importante para la difusión y puesta en valor de la música electrónica experimental, no creo que vuelva a existir un espacio así de grande, ¿cuál es tu lectura de esta situación, hacia dónde crees que va la promoción artística en Lima?

A nada. Yo veo que nos están acostumbrando a consumir productos prefabricados, plásticos, que no tienen sustancia. El algoritmo del sistema, la big data, te adiestran, te dicen qué debes consumir, pensar y creer. El trap y el reggaetón son de consumo masivo, no transmite nada. Los espacios de promoción artística están desapareciendo porque el gran consumo va direccionado a ese tipo de música, ya no se rescata el arte por el arte, mostrar el talento y la creatividad.

—O trabajar en algo sin esperar que te paguen

Claro, trabajar en algo solo por voluntad. Siempre voy a hacer música, por más que no toque en vivo. Nosotros tocamos solo cuatro veces con público lleno en la Casa Ida, un espacio que ya no existe. (…) Yo conocí al que gestaba la Casa Ida. Proyectaban películas independientes por la tarde, brindaban charlas y clases de grabación, programación. En la noche tocaban música de vanguardia. Iban escritores, pintores. Era una ventana cultural donde se podía hacer puestas en escena, instalaciones de arte, exposición de pinturas.

—Algo así como El Averno, pero con otro estilo musical

Así es. Las pocas veces que tocamos ahí tuvimos buena acogida, eso fue en 2013 o 2014. Era un espacio para gente que buscaban cosas diferentes. No solo venían del centro de Lima, sino de otros distritos como Miraflores o Barranco. El público conocía de la Casa Ida por Internet. Era el tercer piso, en la parte de al fondo, de una casona. Fue tanta la acogida que contratamos seguridad en la entrada para que las personas subieran con invitación.

—¿Tú contribuías con la gestión de la Casa Ida?

Sí.

—¿Cómo ves tu proyecto Leche Plus ahora, más de diez años después? De repente tu perspectiva ha cambiado con el paso del tiempo

Creativa y musicalmente lo veo bien. Es original. Se ve la valentía en hacer lo que uno cree. Nosotros nunca cambiamos la manera de ver la música. A veces nos íbamos de vuelo en nuestro feeling, no lo cambiábamos, había amigos en los ensayos que nos decían “está bien, pero suena muy volado, la gente no lo va a captar”, pero no lo hacíamos con la intención de que nos entiendan, sino por el trip.

—El receptor eres tú mismo

Exacto. El estado de ánimo, sentirse eufórico con lo que estás haciendo.

—El cosmos es eso: tú y el universo. “Viajero Espacial”, que Wilder Gonzales incluyó en el disco compilatorio When the music is hotter than girls I am the kosmos, ¿qué te parece ahora? Creo que te has alejado de la música… 

Tengo dos hijas que mantener, un empleo, la misma vida me somete. Por más que quiera dedicarme de lleno a la música, no voy a poder hacerlo. Las carteleras con grupos de toda la vida, como Río o Libido… No es por despreciar, pero deberían refrescar la escena. Te pongo un ejemplo: el guitarrista y el baterista de Babasónicos, para mí el mejor grupo de Latinoamérica por encima de Soda Stereo, fueron a un concierto de unos amigos argentinos que tienen un grupo llamado Banda de Turistas, les gustaron y decidieron producir su primer disco.

—Hay una soltura que en Perú no se suele ver porque ponemos muros

Claro. Banda de Turistas fue nominado a un Grammy, vinieron a Lima a dar un concierto, nos conocimos e hicimos un jamming. Pero, para ese tiempo, estaba haciendo un proyecto con José Carlos que lo llamamos Rayo Cósmico.

—¿Cuánto tiempo después de Leche Plus?

Cinco o seis años después. Rayo Cósmico es pop, pero sin perder el toque psicodélico. La escena aquí no cambia. La otra vez pasé por Los Olivos y vi que en un coliseo había una cartelera que es lo mismo que siempre veo: Río, Libido, 6 Voltios, Daniel F. No me jodas (risas). 

—¿Crees que eso es responsabilidad de las personas que promocionan este tipo de eventos o de los músicos que aceptan una cartelera tan poco variada? 

Es de los organizadores. No les importa con qué te nutres musicalmente con tal que su inversión funcione. No está mal, tú puedes ganar, pero que metan en esa cartelera a bandas diferentes que merecen un espacio.

—No hay eso

Que haya una ventana en esos eventos donde, al menos, te den la oportunidad de tocar un rato, al menos dos o tres temas para lucirte. Esa es la diferencia con otros países. Como Rayo Cósmico, grabamos un disco llamado Leyenda 2050. Esa banda ya la había creado José Carlos con otra gente. Cuando Leche Plus se desintegra, me vuelvo a contactar con José Carlos y me pregunta si estoy tocando porque necesitaba ayuda con los bajos y la creación. Ya nos estábamos enfocando en tener algo de dinero. (…) ¿Sabes lo que nos dijo Banda de Turistas? Ellos son argentinos. Nos dijeron para grabarnos. Tanto les gustó Rayo Cósmico que nos dijeron que cuando vayamos a Argentina, podíamos usar su estudio e incluso podíamos telonearlos en sus tocadas. Nos dieron la mano siendo nosotros una banda de otro país. Banda de Turistas ha grabado con Babasónicos. 

—¿Lograron producir a Rayo Cósmico?

No se pudo. (…) José Carlos los contacta porque él es guitarrista. Se dedica a la música al 100%. Toca en grupos de cumbia sureña. Él viajaba constantemente a Argentina porque tenía giras, entonces un día me escribe y me dice que escuche esa banda. Me parecieron fenomenal. 

El Círculo Se Cierra me parece similar a Bocanada de Gustavo Cerati

Sí… Las guitarras, el delay, la mezcla, los efectos. Tiene esa influencia.

—¿Cómo has logrado armar esa sensación lisérgica, sensual y placentera que habita en Leche Plus?

Se produce de forma natural. Cuando comenzamos con Leche Plus, yo tenía mi casa sola, mis padres estaban fuera del país. Un tiempo empezamos a convivir con José Carlos y, a veces, con Rafael. Grabábamos diariamente, fumando, leyendo, escuchando música, viendo películas. Más que adquirir ese tipo de sonidos, nace por la propia vida que teníamos, los psicotrópicos y la música marciana, lecturas como Las puertas de la percepción de Aldous Huxley. No solo estábamos influenciados musicalmente, sino literariamente y por la vida de placer.

—La relación entre drogas y música se aborda desde muchos prejuicios, ¿cómo lo ves tú?

Antes había más prejuicios, pero ahora es más ordinario hablar sobre eso. Con el boom de Internet, las personas tienen acceso a cualquier tema. (…) Hay clasificaciones socioeconómicas para las drogas: pasta para el indigente o el ladrón, marihuana para el universitario, coca para el empresario o político… Yo solo he consumido marihuana, cocaína, éxtasis, ácidos y poppers. Hasta ahora, sigo con la marihuana, antes de dormir o para leer. 

—¿Puedes leer así?

Me concentro y duro más leyendo así que lúcido. La poesía la leo solo con vino, así la siento más, puedo atar cabos…  

—“Asimov”, el quinto tema del disco, es una referencia al escritor Isaac Asimov, ¿cómo influenció en ti?

Asimov me voló la cabeza con Fundación e Imperio. En ese libro hay un personaje que podía manipular la mente con ondas sonoras. En el tiempo que componía El Círculo Se Cierra me impactó, por eso incluí varios efectos, teclados espaciales, para recrear lo que estaba leyendo.

En ese libro describe la tecnología del reverb y el delay. En ese tiempo, siglo XVII, cuando nadie se imaginaba, Bacon habla acerca de artefactos que generan y crean la repetición del mismo sonido. Lo hace cuando narra su llegada a la Atlántida, ese continente que supuestamente se perdió y los seres eran superiores. Él describe ese lugar, incluso habla de medicinas en forma de frutas, Bacon dice que había cuartos modificados para la resonancia del sonido. Para mí, es futurismo, la tecnología del ahora. 

—Entonces, ¿lograste ver ese feat entre literatura y música en la escena nacional?

No. No he tenido mucho contacto con la escena. Estoy alejado de la música. El único relacionamiento musical que tengo es con José Carlos, nos compartimos canciones. (…) Veo las publicaciones nacionales y es lo mismo de toda la vida. Ya no hay salida porque todo se automatiza. En las radios escucho lo mismo que de niño. Deberían refrescar con música nueva. En la escena Manchester del Reino Unido, había un local llamado The Factory, ahí tocaban The Stone Roses, New Order, Happy Mondays, cuando no eran conocidos, tenían un sitio y un público. Ahí la gente estaba en busca de otra cosa.

—¿Crees que hay esperanza para el futuro?

No vislumbro el cambio por cómo nos manejamos actualmente. Esta sociedad es de un consumismo brutal. Marco Aurelio Denegri dice que solo hay un 5% de calidad en las cosas que se hacen. La gente está direccionada a ver todo de cierto modo, los programas de televisión, realities, TikTok, que es fulminante para estupidizar a la gente… Que un tipo que hace una fonomímica de un dibujo tenga millones de reproducciones, eso es preocupante.

—¿Ves que el libro y la creación artística están en peligro como en el libro Fahrenheit 451?

Claro, como esa historia donde prohibían y quemaban los libros. Como era antiguamente. Los cristianos cuando quemaron la biblioteca de Alejandría donde estaba todo el conocimiento milenario. ¿Qué mierda habrán quemado que hasta ahora no conocemos? Quemaron lo que les convenía en su momento para tenernos sometidos. Si ves la historia siempre ha existido represión para ocultar el conocimiento a las masas. A las masas tú no las dominas si es culta, inteligente, pensante, con voluntad, conciencia y sustancia. Debes mantenerla bruta para domesticarla. Yo, por ejemplo, me mantengo tranquilo en mi trabajo, porque me da dinero para darme mis gustos, eso me domestica porque encuentro en el confort de que solo tengo mis libros, mi música. Ahora tengo mi home studio pequeño, con un teclado, un controlador MIDI, una guitarra, un bajo, y con eso creo las ideas, se las comparto a José Carlos, le pregunto qué le parece, él la modifica y yo la vuelvo a escuchar, así a la distancia trabajamos. En la pandemia, en el primer encerrón total, volvimos a convivir y creamos cuatro canciones que nunca se han publicado. Son temas chéveres. Grabamos tan como locos que cuando venían amigos nos decían que se escuchaba hasta la esquina de la calle, eso fue en Comas.

—¿Como Rayo Cósmico o Leche Plus?

Es algo bien diferente a Rayo Cósmico y Leche Plus, pensamos publicarlo bajo otro título. 

—¿Lo van a publicar?

Sí, cuando encontremos el disco duro donde almacenamos las canciones (risas).

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