Escribe y diseña Víctor Pérez
En 1994, varios años después de la desintegración de Se busca (banda de la escena under peruana), Rafo Ráez presentó lo que sería su primera producción firmada únicamente con su nombre: Si pudiéramos vivir.
Dentro de esa maqueta, luego de 35 minutos con 34 segundos de hondos desenfados (los poemas musicalizados de Lucho Hernández y de Bertolt Bretch, la primera versión de «Doctor Merengue», la oscuridad de «Y van años», etc) suena una melodía en arpegios de guitarra y liberada de palabras, que lleva por título el nombre de un lugar y —por qué no— el de un tiempo: «UNMSM».
Bajo el influjo de ese mismo sentimiento, escribí un relato en clave prosa poética.
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En las tardes de San Marcos, cuando el cielo declinaba sus pañuelos de oro luz, había un camino para mí, ávido de dudas y de amor a lo real.
Bajo nubes de cuarzo yo solía caminarlo. Desde la huaca confinada hasta el final de la avenida.
Allí se hendían mis certezas bajo el peso de mis dudas; una pregunta en cada paso, hasta verme claudicar.
Y están conmigo esos días. Ningún rostro fue ignorado, ninguna luz. Y así me gusta la vida, cuando camino junto a los árboles que revientan las veredas —serenamente— con sus pasos de raíz.