Boicot al Premio Luces

Escribe y diseña Víctor Pérez

Rechazar una distinción por tu obra artística en un país donde no abundan reconocimientos de este tipo, puede parecer impensable; peor aún, si se trata de un premio que ofrece cierto soporte económico, o un alto alcance mediático. Por eso han sido pocos los episodios memorables en los que esto ha ocurrido (además del hecho obvio de que en la mayoría de certámenes se exige una autopostulación). Se recuerda, por ejemplo, al poeta Luis Ormachea, quien en plena ceremonia de premiación, en un concurso financiado por la minera Cerro Verde, encaró a los organizadores de la siguiente manera: «¡A los señores de la minería, vayan a limpiarse el hocico con otras personas!» para luego continuar: “[mis libros] tómenlos como un presente, de repente va a servirles cuando tengan que coimear”. Y… es todo, creo que allí se acaba la lista de dimisiones, al menos en mi memoria. En realidad, son más frecuentes los casos en que los organizadores han decidido arrebatar la distinción ya entregada, con justa razón o no.

Hoy por hoy, los premios culturales de mayor envergadura (ya sea al quehacer literario, musical, cinematográfico, etc.), proceden del sector empresarial. Resulta obvio entonces que, además de este aparente interés por la promoción de la cultura, estamos también frente a la conocida estrategia publicitaria de buscar un arrimo cultural, a fin de humanizar una marca o limpiar al menos en parte su imagen. La cultura como lavado. No es difícil encontrar entre los jurados de tales competencias lo que antes parecía impensable: el gerente de una petrolera, el administrador de un banco o un funcionario de una embajada, lo que hasta cierto punto garantiza que quien gane nunca resulte incómodo a la organización.

Esto no quita, por supuesto, que la existencia de alguno de estos concursos represente un empuje bastante beneficioso para los artistas que resultan ganadores. Es el caso del Premio Luces, que a pesar de lucir como un evento de blankos sin gracia para premiar a otros blankos sin gracia, en su historia de más de 18 años, ha nominado a figuras de indudable categoría, como Susana Vaca, Magaly Solier o Alberto Ísola. Asimismo, en el aspecto musical, que es lo que hoy nos compete, se ha dado reconocimiento al trabajo de artistas que no cuentan necesariamente con un gran respaldo mediático.

Por supuesto, no vamos a negar que también hay harta payasada (Phillip Chu Joy, el capitalismo hecho hombre, ha sido nominado en más de una ocasión a no sé qué -ni me interesa saber- categoría). Tienen una categoría dedicada a restaurantes (eso no tiene ningún sentido, excepto el económico). Y, en última instancia, se trata de un concurso de popularidad: el público vota a través de una plataforma virtual por su artista de preferencia, quienes sí han sido escogidos por la curaduría del concurso. Lo que supone, por supuesto, el acceso a la información de una cantidad increíble de usuarios.

En la edición de este año, en la categoría a mejor álbum musical, han sido nominados artistas tan interesantes como Manongo Mujica, la banda de pop Santa Madero, y los Hermanos Vallumbrosio con su Homenaje a El Carmen. Y aunque valoramos su música y entendemos la alegría que pueda generarles este reconocimiento, nos sorprende que no todos parecen haber conectado la relación entre el concurso y quién lo está gestionando, el hecho de que detrás de las votaciones populares y de la seguramente honesta curación de este concurso, existe un grupo de poder, El Comercio, quien ha tenido una de las actuaciones más vergonzosas en la historia de la prensa peruana, al momento de retratar las manifestaciones contra el régimen dictatorial de Dina Boluarte, que ha dejado en su brevedad alrededor de 57 vidas perdidas, gracias a una infame represión con profunda raigambre racista y genocida.

No obstante, y como siempre, las voces disidentes no se han hecho esperar. Uno de los artistas que se ha pronunciado con mayor firmeza en contra de su nominación es Félix Terrones, quien fue considerado por su libro Notas en un pasaporte, pero que finalmente rechazó su nominación. Terrones expresó vía Facebook: “(…) mi profundo rechazo a la línea editorial del Diario El Comercio, la cual defiende intereses poderosos, así como invisibiliza legítimas reivindicaciones sociales, me lleva a rechazar dicha candidatura”.

En la misma línea, Fernando Pinzás, músico de la banda de synth punk Varsovia, manifestó: “(…) cómo sentir alegría por un premio de un diario que ha venido estigmatizando a miles de peruanos que se han manifestado legítimamente contra este gobierno. Cómo aceptar una nominación de un diario para el que, por ejemplo, dar donaciones a heridos por la represión es un acto delictivo. O que ha tenido una cobertura parcializada a favor de los grupos de poder“.

Otra de las voces —que si bien no procede desde el mundo de las artes— queremos destacar, es la de Eduardo Bryce, hijo de Alicia Maguiña (imprescindible cantautora en la historia de la música criolla), quien con estas palabras no dudó en proponer lo que hoy nosotros también sostenemos: BOICOTEAR EL PREMIO LUCES. Porque lo cierto es que en toda la historia del concurso nunca se ha hecho más expresa que hoy la necesidad de rechazarlo.

Es clarísimo que Ethel Pozzo no va a dimitir a su nominación por Mejor Programa de Entretenimiento, ni Patricia Barreto en la categoría a Mejor Actriz. Es más que obvio que Santi Lesmes no va a boicotear la nominación de Arriba Mi Gente, ni Bruno Pinasco, por el programa más ocioso de la televisión peruana, Cinescape. No me dirijo a ellos, me dirijo a lxs artistas.

Sé de buena fuente que en este momento hay nominadxs que están considerando si hacer público o no el rechazo a su candidatura. Y es lógico, más allá de la visibilidad que te puede ofrecer el Luces, se teme la invisibilidad que puede traer consigo, el hecho de despreciarlo. A ellos habría que decirles que se mantengan valientes, no necesitan un premio manchado de sangre, que, en lugar de iluminarlos, los va a oscurecer. Por otro lado, ninguna obra mejora por un premio. Rechazarlo, en cambio, puede significar una obra mayor, un símbolo, un gesto de una altura distinta. Artistas, hagamos de corazón lo que el país necesita de ustedes, que sean valientes. Nada es tan empoderante como decirle “no” a quien tiene el poder.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s