Escribe Stifs Paucca (canal YouTube)
Pienso que la música nos mece (bueno, me mece): sus periplos, sus contextos, el acompañamiento eterno mientras sucede la vida alrededor. Es también un almacenamiento de episodios, ¿no? ¿Quién no ha evocado circunstancias tan solo escuchando un fragmento del sonido que fuese, alguna canción aleatoria, mientras se camina por el mercado, o estás en la combi? En fin.
Me topé, a inicios del 2022, con Tercer verano del amor de Nico Miseria y, por lejos, creo que es el disco en español que le dio sentido al año que se me fue y es menester narrar mi experiencia como rapoyente, por lo que me significó y a sabiendas de este verano 2023 en Perusalén, excusa perfecta para bumpear la lista, por si no lo has hecho ya.
Lo encontré por Spotify y no es algo que me sorprenda, porque me preocupo en ser bastante claro con mi algoritmo (para cosechar sugerencias que celebraré). Incluso, soy más claro con lo que consumo en plataformas que con lo que puedo llegar a ser con mis personas favoritas, a mi pesar. Probablemente, de entrada, lo que llamó mi atención fue la portada del disco. Ya significaba bastante. Me intrigaba. Pintaba a sonido, a propuesta: mood, vaporwave, minimalist, aesthetic, romance, tabú, esoteric shiat. Las fijaciones que se maneja uno. Parecía trapper, pero soulful a la vez. Bueno, habrá que darle oreja, pensé.
Recuerdo esa primera escucha como déjà vu constante, por más cliché que parezca. Estaba saliendo de la insufrible chamba, luego de alivianarnos y lamernos las llagas con la flaquita. Camino a verme con un amigo del colegio y universidad —de les poques, sí— por la Arequipa, le di al play para pensar poco y analizar mucho. Quedé en coma por microsegundos. Me pregunté asustado, ¿qué clase de loop-soundtrack del Narrador de cuentos poscovid con 808s es esto?, ¿este mano está soliloqueando con autotune? No me ha robado ninguna idea, ¿no me ha robado ninguna idea? Listo. Romanticé el momento. Subí la portada del disco a mi estado de WhatsApp, silencié notificaciones y que sea lo que tenga que ser.
“Preludio a la siesta de un fauno” es un grito de lo que todavía podemos ser. Son las ganas nacidas de los “no” que juntamos. De entrada, encontramos rap, R&B, trap, samples y muchos guiños a las mitologías que aún desdeñamos. Comenzó fuerte y atemporal.
En “Venganza”, ya me tenía atrapado. Junto a Gese Da O, regalan un drumless, que nunca rompe, pero no uno callejero. Se trata del abrazo a las sensaciones negativas, ya saben, que todos experimentamos, pero nadie quiere aceptar como parte de su construcción, ¿o deconstrucción, no? Cerró con una oda al amor de pobres de Gata Cattana. Realmente, el interludio del disco. RIP.
Pasé por un “Amor de Verano”, y ya el álbum cimentaba su concepto. Un trap-R&B que expone la temática que los raperos evitan aceptar: el amor como decisión constante. No solo a raperos, simplemente nos expone.
“Isabel” fue mi primer… tema favorito del disco. Inevitable. ¿Se puede hablar de hasta política mientras aludes a tus desdichas como cuasiartista, tu crianza y cómo esto repercute en tus relaciones personales? Aparentemente, sí. Un drumless durísimo por lo poco convencional, la tragedia que genera y el levante anímico que me sigue enchufando.
Fui a “Las bodas de fígaro”. Nico te lleva de la mano con un trip fiel a su estilo, advierte que ni él ni su oyente son postulantes a la perfección, solo personas compartiendo experiencias. El tema con más idas y vueltas para calmar el ego.
Es “La neta”: el artista creador, con sus conflictos y pretensiones. Al final, tiene un cambio de ritmo que no decepciona, típico de “la puta música de Nico”. “Quien creció con la injusticia no le teme al pecado”.
Pasamos a “Tu Ex”, como mi segundo top 1. Reúne todo lo que busco de la música: conexiones sin buscarlas ni ambicionarlas. Esta colaboración con SIMONA y, bueno, su protagonismo, resultan ser los próximos referentes del neoR&B en español, a mi parecer.
“Volver a los días” significa volver a las influencias del hip hop duro y crudo del crespo y con Las Ninyas del Corro. Todo bien. Todo correcto. Mención honorífica a D’Angelo rompiendo el hielo.
Todos queremos la “L0Wk3Y” y nos la dieron. Se dio la colaboración voceada. Un boom clap digno de Miseria y Ébano. Quizás no lo que esperaba, pero sí lo que se exigió.
“Me gustas, es broma, pero si tú quieres no es broma” y recuerdas que estás frente a un disco vibe, es lo que hay y lo que hay está más que bien. Otro de mis favoritos y con corazón verde en la plataforma: un R&B-trap-rap con estribillos irreproducibles para la radio. Ya no dan tanta risa los memes, ¿cierto? “Todo es de color”.
“Los celos” son simplemente lo que nos cuesta aceptar. Percepciones existentes y culposas, pero están, y el tema te recuerda su poca gracia. “Dejé de llamarla para merecerla, dejé de regarla por creer conocerla y nunca he hablado con nadie de esa mierda”.
Una “Amenaza” que, según Nico Miseria en entrevistas, fue advertencia: dio nacimiento al álbum. Junto a Jonas Sanche desdibujan el concepto y entendimiento unilateral del disco con este tema precursor. Perfecto. Que se interprete lo que se quiera, lo que se pueda, porque los límites ni se acercan ni se alejan. El drumless más groove. “No te vengas abajo, porfa, […] el dinero es puto dinero, y ya está. No sirve nada más que para comprar cosas, pero lo que tú tienes ahora mismo no lo compra el dinero”.
¡Y, “Feliz muerte de un bandido”! Encierra el disco y lo devuelve al principio. El español explica sus certezas y contradicciones con un sampleo múltiple, pero eficaz. Mi otro top 1 —cuatro unos—. Una muerte feliz, como la que merecen los bandidos.
Los estrictos rapoyentes no escuchan tanto híbrido, pienso. Ningún estricto disfruta más opciones. Qué pereza y qué pérdida de tiempo no abrirse a posibilidades a estas alturas.
Es una necesidad seguir poniéndose a prueba en esto que poco entendemos, pero sí mucho sentimos con la música marginal, la que me complace. En el 2022 mi collage de experiencias tuvo sentido con Tercer verano del amor. Lo compartí mucho, pero lo sentí mucho más. Y, lo vuelvo a compartir otra vez cual mensaje en papel vetusto dentro de una botella lanzada en Venecia —de Villa El Salvador— porque aún sigue vigente mi Tercer verano del amor.